Quiero iniciar por un pequeño recuento sobre mi experiencia cuaresmal 2023 ya que en este período  de cuarenta días el Señor Dios me invitó a caminar con ÉL para que a través de la oración, el ayuno y la práctica de la caridad pudiera fortalecer mi espíritu en aras de preparar mi corazón, mi cuerpo, mi voluntad y mi espíritu para un verdadero encuentro personal con el Jesús...

en  los hermanos ancianos, personas solas, enfermos, campesinos trabajadores, familias de la vereda a la cual me iba a enviar para actuar como Él lo quería con los cuales buscaría manifestar el Amor de Dios aceptando su voluntad y fortalecida con la asistencia del Espíritu Santo y la intercesión de Mamita María como una forma de espera en la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús misionero del Padre.

Esta, no fue una Semana Santa más en mi vida de creyente y sobre todo en mi vida misionera; esta semana 2023 marcó la diferencia. Una maravillosa oportunidad para dejarme salvar por el Señor y para optar por una nueva actitud de encuentro personal con Él en mis hermanos campesinos con su rostro quemado por el sol, la lluvia, el frío, sus manos y pies encallecidos por el arduo trabajo; llevando y recibiendo su Amor en plenitud ya que ellos entregan todo y más de lo que tienen en sus limitaciones y aún en su pobreza material ya que les sobra generosidad y entrega total.

De tal suerte que esta Semana Santa en particular fue una maravillosa oportunidad para abrir de par en par las puertas de mi corazón al Señor y cerrarlas al pecado, a la comodidad de mi parroquia, al temor a lo desconocido, al facilismo, dejando atrás todo aquello que he venido cargando por décadas y que siempre creí necesario e importante, incluso mi pequeño núcleo familiar…esperando que de ahora en adelante que he encontrado a ese Jesús que siempre me espera con los brazos abiertos, buscando no ser una más de quienes después de recibirlo triunfante en la entrada victoriosa a Jerusalén se una al coro que grita a todo  a todo pulmón Crucifícalo, crucifícalo, crucifícalo!

El Señor bajó hasta mi humanidad, tocó mi corazón, me miró, me habló y me manifestó su salvación…es por eso que pude decirle “Sí” señor te presento la pequeñez de mi vida, entra, ven, desciende y fecunda mi existencia para que obediente a tu Palabra pueda entregarle a Cristo manifestando su Amor al pequeño mundo que me encomendó y al cual me envía (la vereda Cuba).

Una muestra más de su infinito Amor y predilección por mí, fue el maravilloso regalo de llevarlo con nosotras en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en  las Hostias consagradas que me confió a través del padre Manuel para que estuviera con nosotras, caminara con nosotras, vigilara nuestro sueño reparador, orara con nosotras, hablara y actuara en nosotras y con nosotras en el desarrollo de todas las actividades y oficios religiosos para vivir su entrada triunfante, la conmemoración de la última cena e institución de la Eucaristía y del ministerio sacerdotal, su pasión y muerte en la cruz, la triunfante resurrección…

No quiero extenderme pormenorizando cada uno de los actos conmemorativos de la Semana Santa especialmente en el triduo pascual, los cuales se desarrollaron en su mayoría bajo una lluvia pertinaz, solo comentar que para su realización debíamos desplazarnos caminando del lugar de alojamiento más o menos quince minutos hasta la escuela donde se centraron las actividades; contando  con la participación comprometida de algunas personas, muy especialmente de nuestra anfitriona la señora Cielo y su hermano Carlos. Así como de algunas legionarias de Mará y una catequista. La comunidad en general fue muy participativa especialmente en el Santo Viacrucis y en el Rosario y meditación de los siete dolores de la Santísima Virgen cuyo desplazamiento en ambos casos fue de varios kilómetros. En general los diferentes encuentros de celebración fueron muy sobrios y animados destacándose el jueves Santo y la Vigilia Pascual, la cual se inició a las tres de la tarde debido a los largos desplazamientos que debían hacer muchas familias hasta y desde la escuela para su regreso a casa ya caída la noche. 

Sea el momento para dar gracias al Todopoderoso por mi compañera de camino en esta misión de Semana Santa, Jenny Arango a quien le debo gratitud y admiración profunda por esa entrega y disponibilidad que la caracterizan, quien se convirtió en mi fortaleza y apoyo en todos los aspectos haciendo gala de sus dotes artísticas amenizando con la música y el canto todas las celebraciones con mucha pulcritud y asertividad; al igual que la hermosa decoración del cirio pascual el cual de un sencillo cirio que podemos conseguir en el comercio, con su habilidad manual convirtió hermosamente en el verdadero signo de Cristo vivo y resucitado.

 Las actividades preparadas previamente dirigidas al encuentro con niños y jóvenes no fue posible realizarlas debido a las ocupaciones de los adultos quienes desde muy temprano en la mañana salían a sus diferentes labores del campo y de las cuales regresaban bien entrada la noche, lo que hacía imposible el traslado de los niños hasta la escuela  y su posterior regreso a casa; por tanto ese tiempo los días lunes, martes y miércoles lo destinamos al visiteo de las familias con caminatas muy largas de desplazamiento por caminos, subiendo y bajando lomas empinadas, carreteras, potreros, desafiando el frío, los charcos, a veces el ardiente sol, los perritos que frecuentemente nos atemorizaban. 

De esta experiencia esperamos que así como Jesús se nos dio en la Eucaristía el jueves santo, y posteriormente se entregó a la muerte en la cruz por nosotros, por nuestros pecados pero que no se quedó en el sepulcro, ese Jesús resucitó y está en medio de nosotros vivo y resucitado caminando largas jornadas, en esas parcelas, acompañando y fortaleciendo sus labores, que esa semillita sembrada en sus corazones y en cada una de las familias la mayoría de las personas puedan continuar en ese caminar de la mano del único que es la Vida y la Verdad; quedaron motivados a rezar en familia especialmente el Santo Rosario y la acción de gracias al Señor en la mesa por el pan de cada día, a participar en la Santa misa el único domingo en el mes que el párroco puede acompañarlos en la vereda y muchos a esforzarse por bajar al pueblo el día domingo para participar en la celebración en la parroquia. De una u otra manera expresaron el propósito de ser instrumentos de ese amor que experimentaron en los diferentes encuentros y el cual vivenciaron y expresaron especialmente en el compartir fraterno del ágape del jueves santo y la celebración pascual.

Cecilia López
(LAMITEA consagrada)

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