El caserío de Santo Domingo, ubicado en puerto Jordan vía a Arauca consagrado al pequeño santo de la pureza y fidelidad a Dios santo Domingo Savio tiene alrededor de 25 casas de ladrillos, tablas y sin puertas, unas frente a las otras y en mitad una carretera recta que se ve en el horizonte moviente cuando hay sol ardiente...

PUERTO JORDAN - ARAUCA “Ir y anunciar a todos los pueblos” ( Mc 16, 15), ir a un lugar donde todo es desconocido: los caminos, las personas, el proceso de evangelización, donde es impredecible la respuesta;  no existen más seguridades que la de haber sido enviada y que en el pecho arde un fuego, el deseo de que “el amor sea amado” (cf. S.T. Cartas) y el recuerdo de estas palabras de Monseñor Miguel Ángel Builes que resuenan ante esos hermanos que vamos encontrando en el transcurso de los días y que ya hacen parte del misionero por que sin ellos no tendría ningún sentido su labor: “Para una Misionera Teresita su familia son las almas y su patria es el mundo” 

La misión en la parroquia Espíritu Santo de Puerto Jordán es toda una experiencia de fe, el solo aventurarse a ir a un lugar del que se escucha que hay tanto sufrimiento es un agregado a la locura ya propuesta por el Señor que elimina las fronteras, las familiaridades y nos pone a todos en un mismo camino, el camino del amor.

En esta misión hay que estar dispuesto a escuchar y aprender sobre las maneras en que se ha sostenido viva la fe en medio de la realidad social, de las dificultades para llegar hasta estos lugares a causa de los extensos territorios e incluso la presencia de otras denominaciones cristianas que los retan a dar testimonio de fidelidad a la fe que han recibido; para poder desde allí anunciar esperanza, amor e invitarlos a ser parte de este camino de sinodalidad en el que son llamados a salir desde la comunión, participación y misión. 

Muchos de ellos están firmes en el deseo de continuar en su fe, se muestran alegres de recibir a alguien que los escuche, que les traiga la Buena Noticia y se dejan interpelar por el llamado a participar de manera más activa en la construcción del Reino, sin embargo hay estructuras o costumbres que es necesario derribar para que no sean “los mismos de siempre” sino que muchos otros se vinculen al trabajo pastoral que hoy más que nunca requiere de laicos comprometidos, hay otros que en cambio se muestran reacios a vincularse a las actividades por el trabajo u otras ocupaciones que como las zarzas ahogan la semilla que poseen y a la que podrían dar vida (cf. Mt 13, 22).

Los niños y los jóvenes requieren de acompañamiento, muchos de los padres de familia son conscientes y envían a los más pequeños a la catequesis preparatoria a los sacramentos, pero otros se ven expuestos a lo que les ofrece su entorno: trabajo, grupos ilegales, redes sociales y otras tantas cosas que llenan de vacío su vida hasta quedar sin sentido. Pero no todo es oscuro en el camino se encuentran destellos de luz, hay jóvenes que han conformado su familia en el sacramento del matrimonio y viven en profunda unión con Dios, otros que se dejan llevar por la inquietud que produce en el corazón el llamado del Señor y se lanzan a buscar una respuesta presintiendo que su felicidad se encuentra en esa inquietud, a la vez que dar respuesta al Señor les causa un dolor necesario, el dolor del desapego de aquellos que le son más amados. 

Agradezco al Señor y a mi comunidad por la oportunidad de vivir esta experiencia que ha encendido mi celo misionero y me une al Señor cuando en la cruz tuvo sed, sed del amor de los hombres por los que se dio sin escatimar en su entrega.

Hna. Diana Zuleima Florez
Misionera Teresita.

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