Muchas cosas convendría cambiar en el servicio del culto, por ejemplo, la custodia, que no es en manera alguna digna del Amante y amado Jesús, ni del pueblo cristiano de Remedios. Ojalá algún buen cristiano se moviera a suplir esta necesidad.
Un deber muy sagrado y muy olvidado recordamos a nuestros amados hijos en el Señor, es el deber impuesto por el quinto mandamiento de la Iglesia de pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios. Como este pueblo había sido minero, no se había preocupado por cumplir esta sagrada obligación, pero como hoy es agricultor y ganadero, recuerde que el seminario de la diócesis que se abrió este año con el halagador personal de 110 alumnos, no tiene otra fuente apreciable de vida que los diezmos que paga el pueblo cristiano.
En la 2ª. Visita Pastoral en 1928 ve, siente y actúa así:
Todavía hay sobre que llamar la atención a nuestros amados hijos en Nuestro Señor, lo que hacemos ardiendo el alma en caridad y en vivos deseos de que todos se santifiquen, y de que Remedios sea lo que quiere el divino Corazón de Nuestro Señor, un nido de palomas amantes de su Dios y anhelosos de su gloria, un jardín donde florezcan todas las virtudes sin que tenga imperio el pecado. Esta vez queremos reprender a aquellos que no han querido venir a escuchar la palabra divina e instruir a los que con amor y santo afán han acudido a la predicación. Es distintivo de los hijos de Dios oír su palabra, lo dice Nuestro Señor: “El que es de Dios oye la palabra de Dios".
Denunciar proféticamente…
“Reprobamos con toda la fuerza de nuestra alma el proceder indigno de los que pública o privadamente leen libros y periódicos malos y propagan su lectura con grave daño de las almas. Merecen el más franco reproche, los que gloriándose de ser católicos, sin embargo, leen la prensa mala so pretexto de noticias o con cualquier otra excusa. Para adquirir esas noticias léase la prensa buena, hay abundante en cuanto necesite el espíritu humano.
Una noticia dolorosa para mi corazón de padre y para la patria misma, es la de que los campos se despueblan con grave daño de la agricultura y por ende de la moralidad, por la sencilla razón, de que el agricultor en contacto con la tierra y presenciando diariamente el espectáculo maravilloso de las semillas que nacen, crecen y se fructifican por la obra de Dios, más virtuoso, más puro, más consagrado a sus deberes para con Dios, a los deberes del hogar, a los deberes para con sus semejantes.
Con gusto consignamos la alegría que hemos experimentado al encontrar tan establecida la congregación de la doctrina cristiana. Qué obra de caridad tan grande la que ejercitan estas cristianas damas, que se dedican a comunicar a los demás, las luces de la religión que ellas han tenido la felicidad de recibir en mayor abundancia. Ojalá que esta congregación tan benemérita, se extienda también a los campos, donde hay todavía tantos niños y aun adultos que ignoran las verdades fundamentales. Hemos tenido noticia de que las comunidades cristianas han decaído un tanto. Lo lamentamos sinceramente, pero confiamos en la buena voluntad de nuestros amados hijos, para que no desfallezcan en el servicio de Dios”. Otra vez insistimos sobre la obligación en que están los padres de familia, de vigilar con el mayor cuidado sus hijos e hijas, para que no vayan a ser víctimas de la corrupción del siglo. Sus hijos e hijas son tesoros
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