El tiempo se iba acercando el camino, aunque era largo crecía un sentimiento de emoción inmensa, que opacaba cualquier otra situación. El ver sus caras, cicatrices, ojos tristes, heridas, su hambre, necesidades, nos hacen recordar tanto a Jesús, en aquellas palabras que traspasan el corazón: ‘Tengo Sed’...
Queremos empezar este escrito primero agradeciendo a nuestro Dios por tan inmenso amor que ha tenido con nosotras, ha sido tan grato despertar y saber que podremos estar con Jesús y que habitamos bajo su amparo, no podríamos imaginar la vida sin aquel que ha dado tanto por nosotras. El tiempo se iba acercando el camino, aunque era largo crecía un sentimiento de emoción inmensa, que opacaba cualquier otra situación. El ver sus caras, cicatrices, ojos tristes, heridas, su hambre, necesidades, nos hacen recordar tanto a Jesús, en aquellas palabras que traspasan el corazón: ‘Tengo Sed’, pues carecen no solo de cosas materiales, si no de amor, compañía, cuidado, protección, de aquel que les abrace con ternura y pureza.
El estar con nuestra comunidad, nuestra familia espiritual expresando este amor de Dios, este que hemos experimentado por gracia, lo hace un encuentro intimo con el Señor, un encuentro que expresa perfectamente el evangelio, pues aquella inocencia, aquel amor, pureza, inquietud por conocer más de Dios es perfume para los pies de nuestro buen Jesús, dando de sí su mejor perfume, su ser completamente sin mentira alguna. Las personas que encontramos fueron muy amables, es una experiencia muy bonita porque descubrimos otro mundo de los pobres que viven en situaciones muy difíciles, los niños y jóvenes estuvieron muy felices y listos para aprender nuevas cosas y siempre dispuestos a escuchar.
Los días lunes, martes y miércoles santos, fueron un don de Dios, en el que descubrimos con claridad el rostro de Cristo en cada niño, joven, adulto y anciano con los que tuvimos la oportunidad de encontrarnos. Todo empezó con la acogida de la señora Jesica Jaramillo, dándonos chocolatico con pan, su casa estrecha con pocas sillas, si al caso entrabamos todas, parece un gesto tan simple, pero en el que nos hacemos conscientes que ella da todo lo que tiene, luego de este gran gesto de amor, compartimos con niños y jóvenes sedientos de la misericordia de Dios, empezamos con algunas dinámicas, enseñamos sobre el triduo pascual, con un lenguaje sencillo y cercano, nos llamó la atención en una de las actividades con los niños, haciéndoles una explicación sobre como nuestros pecados crucificaban al Señor, una niña dice: “profe puedo hacer una oración”, se arrodilla y con los ojos cerrados y sus manitos juntas se acerca a Jesús crucificado y le dice: “Mi Jesús gracias por haber dado tu vida por mí, por perdonarme y por haber quitado de mi alma estas piedras de pecado”, luego con acto tierno le da un besito a la cruz y sale a dar un abrazo de gratitud, una pequeñita de 5 años nos da lecciones de aquella infancia espiritual que habla nuestra patrona Santa Teresita.
Luego de esto fuimos a visitar a una señora que nos ha dado tantas lecciones de amor y de alegría, una mujer que ha sufrido muchas enfermedades, su vida ha sido un camino de gran dolor, al ver sus sufrimientos sentimos gran compasión de ella, hace poco le amputaron una pierna por una infección, su familia está conformada por dos niñas y su esposo, aun así logran sostener aquella cruz juntos, esta mujer decía que cada día le agradecía a Dios por su vida por cada detalle que tenía con ella, por el alimento, el poder respirar, tener la oportunidad de ver crecer a sus hijas, de encargarse de los oficios de la casa. Oh, Señor que gran lección nos ha dejado, pues veíamos lo privilegiadas que somos y tal vez lo poco que agradecemos, luego oramos con ella, la motivamos, le dijimos que ella tiene una gran parte en el reino de los cielos, que estos dolores podría ofrecerlos por la conversión del mundo entero, que ella tenía parte de Jesús en la cruz y sus ojos se aguaron, nos despidió con un gran abrazo y siempre con una sonrisa. Luego fuimos a visitar a diferentes familias, en el que nos sentimos muy bien, porque pudimos ver la misericordia de Dios a través de cada rostro y aunque vivían muy pobre y con grandes dificultades, siempre tenían una gran alegría, es algo que sorprende y llena el corazón.
El Señor ha sido grande en generosidad, pudimos presenciar el amor de aquellos que sufren, los niños y jóvenes, aprendieron la importancia de la pascua, este ultimo día ellos estaban muy alegres, porque mostramos la esperanza de Cristo Resucitado, hicimos algunas dinámicas, era tanta la emoción que los niños no querían dejar de jugar, aprender, sentirse amados. Este día de nuevo la señora Jesica Jaramillo nos dio en la mañana una agua panelita con arepas y preparó un almuerzo con tanto amor y generosidad, es una persona muy amable, sencilla, y de gran corazón.
No podríamos estar más agradecidas con nuestro buen Dios, porque tuvimos la fortuna de encontrarnos sin duda con Jesús, con ese rostro sufriente, con ese rostro queriendo ser saciado, con un rostro de niños y jóvenes que son el cambio para nuestra sociedad, pues un solo gesto de amor puede transformar los corazones más áridos y así mismo una palabra sembrada de esperanza a ellos puede darles tantas herramientas para querer alcanzar la santidad, querer transformar el mundo a través del evangelio, aquellos excluidos son la semilla de mostaza para la humanidad, hemos aprendido tanto que solo podrían quedar palabras de gratitud.
Dorcas Mwikali y Daniela Caicedo
Prenovicias de Primer Año 2023
"ver sus caras, cicatrices, ojos tristes, heridas, su hambre, necesidades, nos hacen recordar tanto a Jesús, en aquellas palabras que traspasan el corazón: ‘Tengo Sed’”
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