Cuando en 1935 visita la parroquia de Belmira habla de la oración como del aceite que alimenta la lámpara:
Desde luego queremos interesar a nuestros amados fieles en la intensificación de la vida cristiana en éstos tiempos atroces que vivimos. Meditación diaria, Misa, comunión, visita al Santísimo, rosario vespertino, oraciones de la mañana y de la noche: he ahí las prácticas comunes que sirven de aceite a la lámpara del espíritu y alimentan la vida cristiana.
Otra vez volvemos a decirlo: no descuidéis la oración, de manera especial el santísimo rosario que atrae tantas bendiciones sobre las familias cristianas. Es también deber nuestro recordar a los padres de familia la gravísima obligación de enseñar a sus hijos la doctrina cristiana y aun los otros conocimientos que les serán muy útiles para la vida y que pueden adquirir en la escuela, siempre que los niños asistan a ella.
Al Párroco, como padre espiritual se refiere en el Acta de Visita a la parroquia de Cáceres: La llegada del párroco va haciendo cambiar rápidamente la faz del pueblo mediante la predicación, los santos sacramentos y el cultivo de la piedad. Pensamos que, si los fieles se dejan conducir por su padre espiritual, esta parroquia puede llegar a ser la más piadosa y más cristiana de la Diócesis. La práctica de los primeros viernes, el santo rosario en todos los hogares, el fervor en las comunidades piadosas, la Cruzada Eucarística y los cuadros de la Acción Católica: he ahí los medios eficaces para que Labores llegue a ser muy en breve, modelo de parroquias.
Una de las obras de mayor encomio es la difusión de imágenes de la Santísima Virgen
A lo largo de los caminos, en las veredas y a la entrada de la población. Ha sido una reparación a la Madre adorada por las blasfemias pronunciadas por los protestantes aquí en este pueblo tan amante de la Reina adorada. Que esta devoción siga creciendo con la difusión de sus imágenes y el establecimiento del santísimo rosario en los hogares donde aún no se rece, y con la disposición de ánimo de los hijos amantes de la Madre de Dios y Madre nuestra para arrojar de Ebéjico a los secuaces de Lutero, cada vez que intenten como en días no lejanos venir a insultar a tan querida Madre, como si Ella no tuviera hijos muy amantes en esta parroquia.
Al visitar en 1948 la parroquia de San José de la Montañana el Venerable Miguel Ángel Builes escribe:
En el orden espiritual hemos de felicitar de la manera más cordial a nuestros amados hijos por la conservación intacta de su fe, en medio de los terribles vaivenes de la hora que vivimos, lo mismo que por la conservación de las buenas costumbres, aunque sea de un modo relativo en cuanto a estas últimas, ya que siempre se van introduciendo los vicios de la época, como son la embriaguez, el juego, las lecturas malas y el adulterio. Contra estos peligros y pecados y otros que vayan encontrando el Venerable Párroco, establezca las cruzadas que su celo le sugiera en especial la intensidad y mejor número de comuniones diarias, la práctica más fervorosa de los primeros viernes, la fidelidad al santo Rosario en familia, los ejercicios espirituales por gremios y la reorganización de las comunidades piadosas tan decaídas y casi extinguidas. La vida espiritual de sus feligreses, ante todo, lo demás vendrá por añadidura.
Esta parroquia tan bendecida de Dios en todos los órdenes, es una esperanza para la Diócesis y para la Iglesia en general; pero es preciso intensificar la vida interior de las almas.
Una paternal exhortación dirige el Venerable a la parroquia del El Carmen de la Venta durante la Visita Pastoral de 1953:
Insistimos para el bien de esta parroquia, que debería ser una “tasita de oro de virtudes” y un pebetero de donde brotara copioso el humo de la oración, y el perfume de las virtudes patriarcales, insistimos una y otra vez, en que todos hagan sus primeros viernes, turnándose en cada hogar campesino, todos comulguen con la mayor frecuencia posible, todos en fin, recen a menudo y todas las noches el santísimo rosario, que arroja a los demonios y atrae las gracias del cielo.
Recordamos a nuestros amados hijos del pueblo y del campo, que no dejen la salvadora práctica de los primeros viernes y de la comunión frecuente y diaria los que puedan hacerlo. Y que el santísimo rosario de la Virgen, no falte en ningún hogar cristiano, especialmente después de las faenas del día y antes de entregarse al descanso de la noche.
Visitando la parroquia de Campamento en 1954, estímulo el trabajo de los sacerdotes y la respuestas de los fieles:
En nuestras ocho visitas episcopales a esta querida parroquia hemos insistido oportuna e importunamente sobre la frecuencia de los santos sacramentos, los primeros viernes, la visita diaria a Jesús Sacramentado, las misiones campesinas, la difusión de la doctrina cristiana en todos los rincones de la parroquia, la práctica del santísimo rosario en el hogar y otras salvadoras prácticas.
Pensamos que podría haber en esta parroquia de dos a tres centenares de comuniones diarias si los niños, las doncellas, las madres y los hombres del poblado se compenetraran bien de lo que es el precioso alimento de la sagrada Eucaristía, la frecuencia de los sacramentos sobre todo de la sagrada comunión, santifica los pueblos. Comulgad, comulgad, visitad al Santísimo, recitad el santísimo rosario en familia y por las tardes en el templo, y la parroquia adelantará mucho más en la vida cristiana.
Recomendamos de la manera más encarecida, que desde que esté en su poder, no desprecien su comunión frecuente y diaria, hombres, mujeres y niños. ¿Por qué hombres cristianos que viven en el poblado y no tienen inconvenientes puesto que están en sus deberes, por qué, repito, no vienen a comulgar por la mañana y van luego a sus quehaceres?
¿Por qué no asisten a los actos del culto y llevan vida de verdaderos cristianos, visitan el santísimo y obsequian con el Santo Rosario a la Reina de los Cielos?.9
***