Blog de Espiritualidad Teresiano
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Fundadores Teresitas

Amable lector, esa tarde de fiesta. la vivimos hoy. En Santa Rosa de Osos nuestra Casa Madre desde hace 95 años es aquella enhiesta roca en la que nuestro amado Fundador Mons. Miguel Ángel Builes Gómez y nuestras queridas Hermanas empezaron a tejer el nido. Su humildad hoy engrandece a nuestro Instituto, su pobreza es hoy nuestra riqueza, su castidad y obediencia estímulo a nuestra entrega.

Oíd. la historia: Fue en una tarde de otoño cuando en la escarpada roca, un águila tendió su nido. Al pie de la roca se extiende un valle recorrido por graciosas y cristalinas fuentes en las cuales se retrata el sol que ilumina el paisaje, cambiando su colorido de leve azul de la mañana por el más tenue rosa de la tarde hasta dar paso a la luna con sus hilos de plata que teje la sombra de la noche.

Así pasan los días, mientras en la alameda cercana se escucha el tierno gorjeo de las aves que arrullan su nidada. En la cima de la roca enhiesta también crecen otras nidadas que el águila contempla eón cariño en transporte de amor enajenada. Ella entre su pico y con sus garras coge la presa que a sus pequeños nutre bajo el abrigo dé sus amplias alas.

Ya son polluelos que saben desafiar la altura., á veces al ensayar su vuelo abandonan el nido al cual regresan cuando la tarde parece morir entre crespones y cita de todos los colores, amarillo, azul, rosa, violáceo que alegres danzan llenando de arreboles el espacio, todo es fiesta porque de nuevo el nido con el plumaje de sus dueñas se engalana.

Como recordamos aquellas tres primeras hermanas. En la Madre María relicario de las cuitas de un gran número de hermanas, vimos trocarse en perlas de los más raros matices su voto de obediencia. Fue uno de aquellos riachuelos en cuyas aguas pudo retratarse el mismo Dios para saturar de amor divino a toda la Congregación.

En la querida Madre Concepción vimos dibujarse el candor de un alma angelical. Ella desde su cielo de querubes sabrá Impregnarnos de su especial virtud.

Y de la buena Madre Angela foco de humildad pudimos tomar la luz necesaria para emprender el viaje cual pobres aguiluchos a la patria donde seremos tanto más grandes cuanto más hayamos aprendido a ser pequeñas.

Recordamos aquella antigua casa de puerta de madera y corredores entablados, fue la cuna que meció la infancia de nuestra vida religiosa. Ese fue nuestro nido.

Ya hemos aprendido a volar y habitar otras rocas, nos ha tocado desafiar tormentas y huracanes, hemos sentido el oleaje de roncas tempestades pero Dios nos ha concedido la gracia de regresar al nido que es nuestro porque en el hemos aprendido a templar nuestra alma. El también está de fiesta porque son:

  • 95 Años de gracia recibida del Altísimo. 95 Años de presencia Misionera.
  • 95 Años que hemos visto volar sus aguiluchos por ciudades, veredas, aldeas y aún cruzando las extensas aguas del mar para plantar en tierra infiel la bendita Cruz.

 

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