Me siento muy agradecida por la experiencia vivida y las personas que tuve la oportunidad de conocer, pues todo el tiempo recibimos gestos de amabilidad, generosidad y gratitud desde nuestra llegada a Pueblo nuevo y luego en la casa de estadía con la señora Martha y don Serafín, quienes desde el principio nos dieron la confianza para convivir en su hogar...
JENNY ARANGO Me siento muy agradecida por la experiencia vivida y las personas que tuve la oportunidad de conocer, pues todo el tiempo recibimos gestos de amabilidad, generosidad y gratitud desde nuestra llegada a Pueblo nuevo y luego en la casa de estadía con la señora Martha y don Serafín, quienes desde el principio nos dieron la confianza para convivir en su hogar durante ese tiempo, así como a las señoras que por convenio nos proporcionaron la alimentación la mayoría de días (Stella, Lucila…).
Con facilidad se nos otorgó el acceso al templo, una construcción muy bien lograda en la cual tuvimos la oportunidad de ofrecer a las 5 de la mañana el Rosario, luego a las 9 a.m. recibíamos a los niños que llegaran para compartir entre juegos las actividades de catequesis propuestas por la hermana Lorena y en la tarde realizamos la Novena a las 5:00 p.m. con el apoyo y compañía de cerca de quince jóvenes y adultos y unos 20 niños, algunos de los cuales durante las visitas supimos que no han recibido siquiera el sacramento del bautismo.
En las visitas nos presentábamos, entablábamos una conversación, compartíamos la lectura del evangelio del día (tomada del libro “minutos de amor”), hacíamos una dinámica de preguntas y reflexiones entre todos y por último dejábamos como obsequio una camándula que dependiendo de la disposición invitábamos a usar para el rezo de un misterio del Santo Rosario.
Dentro de lo conversado con los hermanos en su mayoría hubo una disposición de escucha y de diálogo.
Para finalizar, considero que esta experiencia fue muy valiosa para mi proceso de conversión y puedo asegurar que fue el adviento en que más me he acercado al sentido santificador de esta época en que se nos invita a permitir que nazca en nosotros el amor de Jesús, ese Jesús que jugaba con sus amiguitos vecinos y reía al tiempo que cuidaba de todos atento a evitar peleas o accidentes, ese que llegaba a una casa para inundarla con su paz y alegría y se despedía agradeciendo inmensamente la más humilde atención, ese Jesús dispuesto a darlo todo por el gesto más pequeño e inocente de amor.
Agradezco a las Hermanitas Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesú s por haber hecho posible este encuentro, en especial a la hermanita Lorena por su dedicación, apoyo y confianza y a los compañeros pertenecientes a la asociación de laicos por su testimonio y perseverancia, ejemplo para quienes comenzamos este camino de servicio por amor a Dios.
...Con los hermanos en su mayoría hubo una disposición de escucha y de diálogo.
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