"Los atletas se privan de todo; ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita" (1 Co 9, 25).
Este tiempo de Juniora ha sido y será siempre un verdadero KAIROS. Una sensación de felicidad y plenitud, un tiempo en el cual he sentido y experimentado cómo la mano del Buen Dios me ha acompañado. Cuando tomé la decisión de jugar para este equipo sabía que no iba a ser nada fácil, pero este tiempo me ha servido para fortalecer cada día más mi opción por el Señor y de convencerme que jugar para Él ha sido la mejor decisión que pude haber tomado en mi vida.
Tal vez te responderás, todo en la vida no puede ser color de rosa, y es verdad no todo es color de rosa, pero en esta hermosa experiencia como Juniora me he dado cuenta que todo depende del enfoque que tú le des a un problema o a esos momentos de noche oscura en don- de a veces se experimenta la soledad y solo queda en ti el sin sabor. No lo niego, a veces he tenido par- tidos difíciles, en los cuales he sentido el deseo de quitarme la camiseta porque me he sentido sola y no he sentido el apoyo de mi equipo, y el sentirme sola me ha llevado a tener ese deseo de no continuar más, pero cuando han llegado esos momentos, en mi mente y en mi corazón resuenan con fuerzas aquellas palabras que me dijo mi tía cuando le conté que deseaba ser religiosa, ella me dijo solo recuer- da estas palabras: “Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí” Esta fra- se evangélica ha sido una gran fuerza para continuar dando lo mejor de mí en este gran partido.
Pero en medio de los momentos en los cuales siento que estoy perdiendo el partido, he aprendido a agudizar el oído para escuchar las indicaciones del TECNICO, a veces no ha sido fácil porque en medio del mucho ruido, no he podido escucharlo con claridad, pero ha llegado ese momento en el cual me he acercado a Él para escuchar cada una de sus indicaciones y cuando esto pasa, todo empieza a fluir de una manera muy fácil, por eso nunca debemos quitar los ojos de nuestro verdadero enfoque, pues cuan- do esto sucede nunca le atinaras para hacer el gol. Y en medio de esta hermosa experiencia he tenidos grandes personas que me han ido acompañando desde su experiencia misionera y como consagradas, verdaderos tesoros y ángeles que el Señor me ha puesto en este gran partido y cada una de ellas ha permitido centrarme en mi objetivo que es Cristo y el deseo de jugar solo para ÉL.
Ahora vivo un gran momento en mi etapa de formación, aunque no fue nada fácil para mi venir a otro país, sentir mi familia tan lejos; pero me abandone en los brazos de mi buen Dios y como un niño peque- ño confié plenamente en Él y hoy con alegría y certeza digo: Panamá es para mi y seguirá siendo ese verdadero oasis en medio del desierto, porque cuando sentía que el partido ya estaba terminando Él Se- ñor vino y me dio a comprender que este partido apenas estaba empezando; el estar en otro país, cono- cer otra cultura, me ha llevado a salir de mi misma y a pensar en los otros, a pensar en todos aquellos evangelizandos que tienen que caminar horas y horas para llegar a la capilla a encontrarse con el AMA- DO; y ver en sus rostros la alegría porque han recibido al Señor me llena de mucha fuerza y deseos de darme más y más con el único fin de que ellos conozcan cada vez más al Señor, se fortalezca su amor y continúen dándolo a conocer. Panamá me ha enseñado mucho, ver la fe y la experiencia de cada uno de ellos me da a conocer que vale la pena seguir juagando en esta hermosa selección, que vale la pena seguir con la camiseta bien puesta y hacer las mejores jugadas para darle la victoria solo a Él y así cuando suene el ultimo pitazo poder decir como San Pablo: “He combatido bien mi combate, he corri- do hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida con la que el Señor juez justo, me premiará en aquel día” Timoteo 4.
Sólo debemos tener presente que Dios tiene el poder de inundarnos con la satisfacción, la felicidad y el Amor. Él es el único que nos puede enseñar a ser como Él: desapegados, sencillos, alegres, verdadera- mente generosos y felices… juguemos este partido con alma vida y corazón hasta que suene el último pitazo.
Hna. Vivian Soraida Lemus Nagles Misionera de Santa Teresita
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