A mis ocho años el señor puso en mí esa chispa de la vocación y con ella atrajo esos deseos de santidad y perfección. Haciéndome rechazar el poder y la riqueza desenfrenados que en el mundo hoy existen.
Fui creciendo y así como el girasol gira en torno al sol, día a día he tomado la dirección del señor. Aunque el mundo me muestra sus placeres efímeros, riquezas y poder, él señor ha desviado mi mirada hacia él, impregnándome de su amor y su grandeza, me ha hecho reconocer que a pesar de mi pequeñez él se ha fijado en mi porque es inmensamente misericordioso.
Al llamarme a puesto en mi corazón un fuego ardiente y un anhelo de salvar almas, en especial las más débiles y despreciadas por la sociedad porque su amor es tan infinito que alcanza para todos. Por eso esa llama ardiente que hay en mi ser me impulsa a optar por vivir mi juventud en castidad, pobreza y obediencia.
Al iniciar mi proceso vocacional a los 15 años el señor me fue moldeando y regalándome sus virtudes, además me ha permitido discernir y afianzar mi vocación a través de personas y situaciones por eso le estoy inmensamente agradecida.
Ahora al estar en el prenoviciado MAB me siento plena, feliz y realizada por el hecho de haber iniciado mi fomación.
Prenovicia: Tatiana Ordoñez
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