Blog de Espiritualidad Teresiano
Artículos de interés general de la provincia y en su mayoría sacados de la Publicación "Acontecer Provincial"

Artículos de Prenovicias de segundo año:

¡Experiencias de fe!

Lidia Azucena Chuy CurruchicheQueridas Hermanas, con gran alegría quiero compartirles las maravillas que Dios Padre ha    hecho en mi vida y el bello proceso de fortalecimiento en la fe que he tenido.

Soy Lidia Azucena Chuy Curruchiche, mi país de origen es Guatemala y Pertenezco a la comunidad Indígena Maya. Actualmente soy Prenovicia de Segundo año en Nuestra Congregación de Hermanas Misioneras de Santa Teresita.

Recibí el don de la fe el día de mi bautismo, donde mis padres y padrinos fueron los encargados de acrecentarla y fortalecerla. Crecí en una familia cristiana, mis padres me enseñaron la vida de fe. Desde su experiencia de vida con Dios, me enseñaron a frecuentar la Eucaristía y los sacramentos, en la catequesis de mi primera comunión tuve catequistas que me enamoraron de Jesús Eucaristía y en mi confirmación la fortalecieron, para proclamar mi fe en Dios y ser valiente como soldado de Cristo.  En mi familia rezábamos el santo rosario, la novena al Sagrado Corazón de Jesús porque mi familia es devota y consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, mi papá nos leía la vida de un santo o la escuchábamos en una emisora católica, por eso mi infancia y parte de mi adolescencia fue para amar a Dios.

A los quince años comencé a formarme en mi fe por medio de clases o materias que daba mi parroquia por los sacerdotes, seminaristas y la Hnas. Teresitas, todos esos conocimientos me ayudaron para conocer a Jesús y a la Iglesia Católica. Cuando ingrese en la Congregación de Hermanas Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesús traía todos estos valores cristianos, pero a pesar que conocía muchas cosas sobre la Iglesia Católica y participaba en la Eucaristía, el sacramento de la penitencia, tenía una desventaja, porque vivía en una aldea y en la aldea era muy difícil participar en la Eucaristía todos los días porque los sacerdotes solo

llegaban cada quince días o cada mes y aquí me siento muy feliz de tener la Eucaristía todos los días y confesarme cuando tengo la necesidad de hacerlo, solo necesito comunicarlo a mi maestra; en cambio, en mi casa esperaba meses para confesarme sin recibir a Jesús eucaristía, siento que estoy viviendo mi cielo en la tierra al consumir el manjar del cielo donde encuentro mi paz, consuelo y fortaleza para seguir creciendo en mi fe a través de todas las materias que tiene el plan de formación de la congregación sobre mi fe católica, sobre los sacramentos y la Sagrada Escritura, donde siento que me acerqué poco a poco a ella, porque antes no la leía en mi casa, pero aquí al tener la oración en la mañana y la meditación que se hace para profundizar en ella, descubro la voluntad de Dios.

Algo que tuve que comenzar a cambiar fue la imagen que tenía de Dios, Porque lamentablemente me dieron a conocer un Dios Juez y castigador cada vez que hacia algo malo; aquí me ayudaron a verlo y sentirlo como un Dios Padre, amor y misericordia, que me perdona siempre, me demuestra su amor de Padre. 

Gracias a la nueva manera de relacionarme con Dios, lo siento más cercano y presente en mi vida, al igual que a mi Madre Inmaculada.


FORTALECIENDO MI FE

Yurany Andrea Parra SánchezMi nombre es Yurany Andrea Parra Sánchez, nací en Chaparral-Tolima, soy prenovicia de segundo año y en esta oportunidad deseo compartirles sobre el fortalecimiento de mi fe durante este tiempo de formación. 

Quisiera empezar por compartir que mi fe era muy débil, pues no me relacionaba con Dios de una manera familiar, creía en Dios, pero no le creía a Dios, ni reconocía todo el bien que le hacía a mi alma si me disponía a vivir para Él, eran escasos los momentos de oración con la Palabra, ni frecuentaba los sacramentos, en mis planes estaban ausentes las lecturas espirituales; en definitiva, mi conocimiento de la Iglesia era escaso y tampoco estaba vinculada en grupos misioneros.

No cultivaba el espíritu dándole la atención a las cosas de Dios, como se merece, vivía en un mundo en el que todo pasaba de prisa, y desaprovechaba las oportunidades de encontrarme con el Señor. 

Pero durante la formación en el Prenoviciado he logrado fortalecer mi fe, porque he tenido todos estos medios para ello; ahora soy más consciente de mi condición de hija de Dios, me siento como tal y me ha servido para trabajar cada día en la creatividad, innovación, dinamismo, como lo es Dios Padre. Esto es maravilloso, pero a la vez sé que no es por propio mérito, sino por los de Jesucristo el Señor.  Resalto un hecho reciente, la Semana Santa de este año, pues la viví de una manera consciente, ya que una semana antes en la comunidad del Prenoviciado nos preparamos para vivir cada día, especialmente el Triduo Pascual, donde se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Y por fe, reconocer en Jesús el Hijo de Dios bajado del cielo, el Mesías prometido, que se entregó hasta la muerte, y una muerte de cruz, y que estando en esa cruz me dio lo último que le quedaba: su Santísima Madre, como mi madre.

Todo el misterio de la muerte y resurrección del Señor lo he vivido con mayor claridad, reconociendo que efectivamente Jesús murió, pero que resucitó y está vivo, está presente y está a mi lado y que por amor ha decidido quedarse en el Sagrario, ese bello lugar en donde lo puedo encontrar.

Los frutos que he experimentado de la Resurrección del Señor, son paz y alegría, la paz me da una profunda confianza en el Señor, sabiendo y reconociendo que Él es quien sostiene mi vida incluso en los momentos más difíciles, experimentando la alegría de saber que Dios me ama y que mi vida le es agradable.

Por fe sé que cada día el Señor me invita a la santidad y que mi única respuesta es aceptarla e ir descubriendo su voluntad y vivir como lo dice el padre Fundador conforme a la misma; abandonarme a su amor y disponer de toda mi vida a su servicio, y que mejor que aquí en la Congregación de Hermanas Misioneras de Santa Teresita, el mejor “posadero” que el Señor ha dispuesto, para sanar las heridas de mi alma, llenarme de su amor para salir ayudar a otros a sanarse también y a encontrar esa felicidad que solo Dios da.


CUANDO ENCONTRÉ EL AMOR

Orledis Mieles GuarínMi nombre es Orledis Mieles Guarín, de Medellín (Antioquia), Prenovicia de Segundo Año en nuestra Congregación de Hermanas Teresitas.

Quiero compartirles mi experiencia de fe y la manera en que, por gracia de Dios, se ha ido enriqueciendo y fortaleciendo.

Iba conducida por el concepto erróneo de Dios. Pensaba que Él ponía muchas pruebas para medir mis fuerzas, que hacía y dejaba que ocurrieran, a lo largo de mi historia, acontecimientos oscuros y dolorosos para ponerme a prueba o para castigarme.

Al Dios ponerme en el seno de una familia católica, recibí la fe y formé parte del Cuerpo Místico de Cristo desde los 8 meses de nacida: mis padres me transmitieron lo que recibieron, y no pude pedir más que ello. ¡Agradecida hoy estoy por el don de la Fe! .Sin embargo, con el transcurso del tiempo contaminé mi fe con lo que el mundo me presentaba; ya no estaba firme y radical, pues llegó a mi ser el relativismo, y con esto desplacé a la Iglesia como mi madre, formadora y acompañante, ya el nombre de Dios lo fui cambiando, buscando no afectar mi relación con los que me rodeaban. Viví una espiritualidad según el mundo y no según el Evangelio, donde me sentía bien conmigo misma pero no me impulsaba a vivir la caridad.

Hoy por gracia de  Dios sé que la Iglesia fue instituida por Cristo como sacramento de salvación y al  llegar a la Congregación e iniciar mi etapa de formación; y apenas con 15 meses de estar en ella, he podido experimentar un Dios amor, al cual me puedo dirigir con confianza como lo hizo Jesús, llamarlo Padre, Abba,  y sobre todo recibir de Cristo su redención por medio de su Esposa, la Santa Iglesia Católica, quien nutre mi fe y la fortalece al administrar los sacramentos, en especial y con frecuencia la Penitencia y la Eucaristía. 

La casa de formación del Prenoviciado MAB, me ha recibido con una fe endeble y con el acompañamiento y las herramientas  que me ha brindado, mi fe se ha fortalecido y purificado, dejando de lado el sincretismo que tenía y que lastimaba mi ser y el de las personas que me rodeaban, para acoger la fe Católica en su plenitud contando con lo esto implica; cargar la cruz de cada día, recibir de Dios la corrección porque me ama, dejar padre, madre, hermanos, ceñirme con el cinturón de la verdad, ponerme la coraza de la justicia, el escudo de la fe y sobre todo aceptar la salvación, la Palabra de Dios.

Gracias al plan formativo de la Congregación para esta etapa, he ido recibiendo el conocimiento de la fe que profeso, y adentrarme a las Sagradas Escrituras es la base en la cual se fundamenta esa fe en Cristo Jesús, nuestro Salvador, pero también en especial el estudio y profundización del Magisterio de la Iglesia. Ahora soy afortunada de ser consciente de la fe que profeso y quiero con alegría entregarme a ella, para la Gloria de Dios, bien de las almas y mi propia Santificación.


“A SOLO DIOS EL HONOR Y LA GLORIA”

Queridas Hermanas, me da gusto compartir con ustedes mi experiencia de Fe, en esta etapa de formación que llevo en nuestra Congregación de Hermanas Misioneras de Santa Teresita. Que la paz del Señor esté presente en cada una de ustedes y la bendición del Señor las acompañe.

Soy Jenifer Silva Núñez, Prenovicia de segundo año, del departamento del Vaupés- Colombia, perteneciente al grupo étnico Desano. Todo comienza cuando el Señor inspira y da la gracia a mis padres de bautizarme, haciéndome hija de Dios desde la Fe católica, pero aun así no practicábamos en mi familia los valores cristianos como tal, sino simplemente las oraciones básicas y no conocía la grandeza de la Eucarística, pues los misioneros o sacerdotes llegaban una vez al año a la comunidad donde vivía, gracias a Dios actualmente, la presencia de los sacerdotes es frecuente en mi comunidad.

Por pertenecer a una cultura indígena cumplía con los rituales que se hacían y sabía muy poco de lo religioso, pero, a los 14 años de edad cuando hice mi primera comunión, empecé a participar en las Eucaristías. Cuando no se celebraban por la escasez de sacerdotes, contemplaba la creación y en ella reconocía a Dios. La fe recibida en mi bautismo se ha ido fortaleciendo desde entonces con la catequesis de preparación a los diferentes sacramentos, especialmente, la Eucaristía; que no puede faltar en un católico practicante, en la que gradualmente fui asimilando el sentido y el sacrificio del amor de Dios, al darnos a su Hijo, quien, en cada Eucaristía, nos sigue entregando su vida. Gracias a los grupos de oración en los que participaba, la adoración al Santísimo, las vigilias y las prácticas de piedad popular, pude comprender que existe un Padre que me ama y en este momento con todo lo que he aprendido y vivido en el Prenoviciado, vivo con más convicción y conciencia la Fe que profeso, junto con los estudios de los dogmas de Fe puedo decir que he abrazado la Fe católica pues, nadie ama lo que no conoce.

La obra del Señor es tan grande que me ha dado la apertura para acoger su misericordia y gracias a los diferentes momentos oracionales comunitarios, recreativos, me animan y son motivo de alegría para seguir respondiendo al Señor con radicalidad, con un sí generoso al servicio de su Reino. El señor sabe con qué cuenta, aunque yo misma no lo comprenda, pero me da la gracia y la apertura de disponerme, se sigue manifestando en cada instante de mi vida, con lo que realizo también descubro a ese Dios que habita en mí, dice en la carta de Santiago que la “fe sin obras es muerta”. Por eso, me siento tan privilegiada de estar aquí y lo importante es que tengo la plena confianza de que estoy no por mis méritos sino por la misericordia de Dios.


Foto de Propiedad de Hermanas Misioneras Teresitas

 

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