Mi nombre: Hna. Damitonkou Hontongnon Pelagie, nací en Cotonú capital del País de Benín en el Continente Africano y soy orgullosamente Misionera de Santa Teresita y esta es mi historia vocacional.
Desde niña sin saber nada de la vida religiosa, decía a mi mama que iba a construir un internado donde recibiría a los huérfanos y pobres, que no iba a dar a luz.
Ella toda brava me prohibía volver a pensar en eso. Más tarde soñé y me vi jugando con los niños y estaba en hábito de monja y les conté. Resulta que un día, cuando fuimos a la primera misa de un sacerdote que conocíamos, estaba con dolor a los ojos y me quedé en el carro y solo mi familia pudo asistir a la santa misa. Despues de la comunión, el obispo les pidió que pidiera algo a Jesús en este momento que él les quiere hacer un regalo a cada quien. Mi mamá pidió a Jesús que su hijo mi hermano Francisco fuera sacerdote y al instante mismo escuchó la voz que le contestó. No, es tu hija Pélagie que será religiosa. Ella entró en crisis. Yo ni tenía idea de nada de eso.
Al día siguiente cuando fui a misa, al empezar, el padrecito dijo que la celebraba en acción de gracias a Dios por tantos sacerdotes que ha regalado a nuestra diócesis y por todas las personas que han escuchado la llamada del Señor y se hacen los locos. No me decía nada. Pero cuando en el momento de la consagración, cuando el padre elevó a Jesús, ahí se escuchó la voz como una persona que se acercó para hablarme al oído diciendo: tú vas a ser monja. Miré en seguida al lado mío y no había nadie pero la voz se dejó escuchar claramente. La alegría llenó mi corazón, estaba feliz, estaba tan segura de lo que había acabado de pasar. Fui a trabajar este día más feliz que nunca pero algo extraño, cuando fue a visitarme mi novio, ya no era la misma, algo ya había cambiado en mí. No le conté nada.
En la noche cuando regresé a casa, me encerré y oré y pedí a Jesús que me confirmara que era su voz que había escuchado en la mañana y cogí la Biblia católica “Tob” que utilizamos aquí y la abrí para ver lo que me dirá el Señor. ¿Que encontré? La primera palabra que me salió en el salmo 58 es: “Verdad!” la cerré con alegría y dije, no necesito nada más. Todo se ha dicho. Mi alegría era incomparable.
Guardé mi secreto solita pero se me notaba la alegría mientras que a mi mama se le notaba la tristeza. Cada quien veía la emoción de la otra pero sin saber el motivo.
El miércoles, después de la visita al santísimo en la parroquia, decidí compartir con mamá lo vivido. Cuando la llamé y empecé a contarle mi aventura, mi mama comenzó a mover la cabeza y yo concluí que no quería y empecé a llorar diciendo: El Señor me llamó, me lo dijo claramente y es ahí que tomó la palabra y me contó como Jesús le había hablado que seré religiosa y no es todo.
El lunes, cuando yo escuché la voz de Dios en la misa mi mamá estaba en oración y como la voz le insistía tanto, le dijo a Jesús ve tú mismo a decírselo. Yo estaba en la misa y él fue a decírmelo. Toda historia vocacional es única e irrepetible. Jesús me sorprendió; estábamos las dos contentas del proceso, de cómo Jesús procedió tocando a las dos al mismo tiempo.
Para Jesús no hay barreras. Mi mamá decidió que hiciéramos viacrucis, oración, hora santa, rosario y ayuno para preparar a mi novio para que la noticia fuera para él un choque. Así fue, empezamos fuertemente la oración, cuando un día me llamó él diciendo que no podía ir a buscarme al trabajo sino que nos íbamos encontrar en la misa. Despues de la misa, yo empecé a buscarle y cuando nos encontramos, su saludo fue: buenas noches hermana, y le pregunté cómo y volvió a decírmelo: buenas noches hermana. Yo sentía ya una emoción muy grande de temor de Dios. Le dije: de que hablas y me contestó: a la consagración, vi tu silueta y estabas en hábito y velo blanco y una voz que me dijo: ella no es tuya sino mía. Al escuchar todo eso, se me salían las lágrimas, mi emoción no tenía comparación, yo experimenté la grandeza del Señor. Él me dijo que no quería discutir con Dios. Nos abrazamos llorando y desde entonces cada quien supo que camino lo espera. El día que él se casaba por la iglesia yo viajaba para España pero feliz de saber que se realizó.
Dios me ha asistido todo el tiempo y fue él mismo quien abrió el camino para yo pueda hacer su voluntad. Un sí a Dios trae muchas dificultades pero siempre está para fortalecer, para guiar.
Mi papá no estuvo de acuerdo que escogiera una Congregación internacional y me dijo que si me faltaba dos mil para el transporte, que no contara con él pero como Dios es tan grande, todo se fue dando. Los seis años en Colombia han sido una experiencia maravillosa, donde aprendí muchas cosas y compartí con otra cultura. Ahora, volví a mi tierra compartiendo lo aprendido con mi gente sobre la tierra africana. Bendito sea mi Dios.
No tenga miedo, da tu si a Dios y no te arrepentirás. Él está contigo conduciendo tu vida.
Hna. DAMITONKOU HONTONGNON PELAGIE
Misionera de Santa Teresita del Nino Jesús
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