“Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas... Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentra en vela...” (Lc 12, 35-38). Confianza en Dios y servicio suyo van estrechamente unidos en Francisco.
“Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas... Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentra en vela...” (Lc 12, 35-38). Confianza en Dios y servicio suyo van estrechamente unidos en Francisco. “Mucho tiempo estuve, después de tener información de Japón, si iría o no allá, para determinarme; y después que Dios nuestro Señor quiso darme a sentir, dentro en mi alma, ser él servido que fuera a Japón, para en aquellas partes servirlo, paréceme que, si lo dejara de hacer, fuera peor de lo que son los infieles de Japón. Mucho trabajó el enemigo para impedirme esta ida; no sé lo que recela de que vayamos nosotros a Japón… Muy confiados vamos de la misericordia de Dios nuestro Señor, que nos ha de dar la victoria contra sus enemigos. No recelamos vernos con los letrados de aquellas partes, porque quien no conoce a Dios ni a Jesucristo ¿qué puede saber? Y los que no desean sino la gloria de Dios y la manifestación de Jesucristo, con la salvación de las almas ¿qué pueden recelar ni temer? … Sólo un recelo y miedo llevamos, que es temor de ofender a Dios nuestro Señor…” [5]. Resuenan las palabras evangélicas: “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más... Temed a Aquel que... tiene poder para arrojar en la gehena...No temáis...” (Lc 12, 4-7). El servicio de Dios hace que la mayor de todas las osadías: que un pecador -un instrumento indigno- se atreva a hablar de Dios... se convierta en obediencia.
No es difícil descubrir detrás de estas palabras la radicalidad del amor de Francisco: “amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas…” (Lc 10, 27). El celo apostólico nace al descubrir el amor misericordioso e infinito con que Dios rodea y envuelve nuestra vida, amor que nos impulsa y mueve a poner el anuncio del evangelio sobre todas las cosas, por encima de los propios programas, del propio éxito, de las propias ideas, incluso de la propia vida. Así lo vivió Francisco Javier.
Tomado de: https://www.javerianos.org/conocenos/san-francisco-javier
Fotografía de Dominio público
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