Nací en una familia de diez hijos y yo soy la última. Soy de Costa de Marfil, país africano, Mi mamá me contó que fue mi hermana mayor la primera que tenía este deseo de ser religiosa, pero desafortunadamente ella murió sin realizarlo; yo no la conocí, pues no había nacido.
Mi familia no era totalmente cristiana, mi mamá era la única cristiana, mi papá no. Mi mamá fue quien nos bautizó. Éramos cristianos de domingo.
Creo que mi historia vocacional no es solamente mía, sino también de mi familia.
Nací en una familia de diez hijos y yo soy la última. Soy de Costa de Marfil, país africano, Mi mamá me contó que fue mi hermana mayor la primera que tenía este deseo de ser religiosa, pero desafortunadamente ella murió sin realizarlo; yo no la conocí, pues no había nacido.
Mi familia no era totalmente cristiana, mi mamá era la única cristiana, mi papá no. Mi mamá fue quien nos bautizó. Éramos cristianos de domingo.
A los 15 años dejé de estudiar porque quería acompañar a mi hermana, quien asistía a una escuela de fetichismo; ella estaba enferma y esperaba recuperar la salud asistiendo a esas prácticas, sin embargo, ella requería esfuerzo y yo viéndola tan débil, quise acompañarla.
Después de dos años de asistir a esta escuela, mi hermana ya tenía el suficiente conocimiento y formación para practicar el fetichismo, así que ya podía regresar a casa y volvimos a nuestro pueblo que está situado a once kilómetros del lugar donde estábamos.
Un año después llegaron a mi parroquia una comunidad religiosa carismática, quienes estuvieron por una semana evangelizando; ellas en uno de los momentos de oración, nombraron a la señora que inició a mi hermana en el fetichismo, refiriéndose a ella como una bruja, (pues nosotras la considerábamos una persona buena) además decían que era la autora de la muerte de su propia hermana. Esta noticia se propagó en toda la región y yo conociendo a esta mujer sentí rabia de la calumnia que había salido en esa oración.
Dos días después este grupo llegó a mi pueblo para culminar esta semana de evangelización, entonces le dije a mi hermana: vamos al lugar donde ellas están evangelizando, yo quiero conocer quiénes son ellas y lo que están diciendo, esos falsos profetas; y así nos fuimos a la plaza del pueblo donde se iba realizar la oración. Al llegar me sentí atraída por el ambiente, la música, la gente y decidí quedarme por un par de horas y finalmente me quedé toda la noche en esta oración; en la madrugada ellos dedicaron un espacio para contar sus historias vocacionales. Uno de los miembros de grupo compartió sobre su vocación, lo cual me llenó de gran admiración.
Al finalizar este momento oracional nos pidieron que eleváramos nuestra mano para recibir la bendición y que luego la colocáramos en el lugar donde necesitábamos sanación; yo sin darme cuenta puse la mano en el corazón.
Así fue como yo, que llegué solamente para mirar la cara de los falsas profetas me dejé convencer por ellas. Ahora ya estaba decidida a dejar esta práctica del fetichismo para dedicarme a algo en la Iglesia. Yo no sabía lo que era la vida religiosa, porque mi parroquia no tenía ninguna comunidad religiosa, desde entonces empecé a ir a la misa todos los días.
Un poco después llegó a mi parroquia una carta de una Congregación religiosa, que invitaba a las jóvenes que querían ser religiosas, para que asistieran a un encuentro vocacional de una semana y así fue que muy contenta me preparé para este encuentro y viaje a la capital Abidjan. Era la primera vez que yo viajaba allá, sin embargo, me fue bien.
Al finalizar el encuentro vocacional, hable con una de las hermanas, para manifestarle mi deseo de ser como ellas y de quedarme ahí mismo con ellas, su respuesta fue positiva, pero la condición era que mi familia les escribiera una carta, para manifestar su acuerdo, mi familia no se opuso a mi decisión.
Viví con esa comunidad durante siete años, pues debía terminar mis estudios básicos y a la vez seguir en el proceso vocacional, luego de un tiempo, tuve algunas dificultades y me tuve que retirar de dicho lugar. Buscando orientación con los padres Marianistas para hacer un verdadero discernimiento en este momento de dificultad, el padre me oriento para que cada vez que asistiera a la santa misa en el momento de la elevación colocará esa intención de mi vocación y fue así como un domingo asistí a la santa misa en otra parroquia y en el momento de la elevación me pasó por la mente la imagen de una religiosa y era Santa Teresa de Ávila. Tras la celebración decidí preguntar al padre si podía hablarme de Teresa de Ávila, pero él me dijo que no sabía mucho de ella, que era mejor preguntará al seminarista quien estaba estudiando su historia. Este me habló de la reforma de la vida contemplativa liderada por ella. Luego él me dijo, que en la parroquia hay dos comunidades religiosas Teresianas, que las busque y ellas me contarían sobre su vida.
Entonces decidí ir al sagrario para confiar mi inquietud a Dios y le dije que yo iba a buscar estas comunidades y que la primera que encontrará sería mi Congregación, al mismo instante salí de la Iglesia, me encontré con la hermana Alicia Suárez quien entraba a la Iglesia la salude y le pregunte el nombre de su Instituto Religioso, después le manifesté mi deseo de conocerlo, luego ella me dio la dirección de la comunidad y fue así como conocí la Congregación de las Hermanas Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesús.
Días después llegue a la casa de las Hermanas, ahí compartí con la Hna. Beatriz Montoya, quien era la animadora vocacional, me gusto y me quede haciendo el proceso vocacional.
Hna. Caterine Atta.
Fotografía Libre de uso bajo Licencia Creative Commons
***