Blog de Espiritualidad Teresiano
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DIOS AMOR MISERICORDIOSO

En la familia y por medio de ella, Teresita ha recibido la primera revelación del amor de Dios y ha sentido su primera llamada. Son dos cosas que van a la par: porque para el amor, revelarse es darse a sí mismo y darse es llamar así.

UN AMOR DE PADRE…

“En el principio” es el amor de Dios que se revela dándose a si mismo: “la flor que va a contar su historia se complace en hacer públicas las delicadezas enteramente prevenientes, gratuitas de Jesús… reconoce que nada había en ella capaz de atraer sobre sí, sus miradas divinas y que sólo su misericordia ha obrado todo lo bueno que hay en ella…”

Teresita ha escrito estas páginas a la edad de 22 años, en 1895; está abierta a la luz plena, lo ha vivido cuando era niña. No inventa, ni reconstruye artificiosamente su vida: la lee a la luz del amor de Dios, porque desde su primer despertar y cada vez siempre más esta ha sido la luz en la que se ha visto envuelta.

Son tres las características del amor divino sobre ella:

  • La previene
  • De una manera totalmente gratuita
  • Porque es misericordia.

Sus 24 años son una profundización continua de esta triple y única verdad experimentada desde el despertar de su razón. En estos primeros años la revelación del amor divino se ha hecho a través de mediaciones naturales por el creadas y con este único objetivo: “Dios se ha complacido en rodearme siempre de amor mis primeros recuerdos guardan la huella de las más tiernas sonrisas y caricias…” “ah si Dios no se hubiese prodigado en rayos bienhechores a su florecilla, esta nunca hubiera podido aclimatarse en la tierra…”

Ve una continuidad entre el amor recibido de los suyos y la predilección del Señor… “el buen Dios me prodiga sus rayos” es el amor que recibe de Dios mismo, y que aprende a conocer a través del afecto de las que la circundan con su delicadeza.

Es el misterio de la caridad en su movimiento descendente: es toda del corazón humano que la da y si es pura es toda de Dios, su primera fuente. Es entonces, la posibilidad para quien la recibe, de subir a través de quien la da, hasta Dios mismo. Mas solamente la fe da el poder hacerlo. Esta es la ley común. La de Teresita propiamente, de una parte, es la cualidad excepcional del amor y de la educación de la fe que le han sido dadas, y de otra, el grado puramente excepcional con el cual ha sabido corresponder a estos dones, sea para amar, sea, en primer lugar, para aprender a reconocer en la fe el don del amor divino.

Esta manera o economía del amor divino a la niña, es típica del camino de infancia, porque es aquella común a todos los cristianos: el hombre descubre el amor de Dios por él, primeramente, a través del que recibe de sus padres, así es el orden dispuesto por la providencia, de ahí la grandeza de la paternidad y maternidad humanas.

Los padres son los primeros mediadores naturales del don y de la revelación del amor de Dios al niño. Sus cualidades de bondad, de potencia protectora, de comunicación de vida y también de exigencia de justicia, son aquellos que el niño aprende a leer sobre el rostro y en las actitudes de sus padres.

 

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