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Virgen de Guadalupe

Imagen de JulianaSaldanha en Pixabay 

CELAM: Los pueblos latinoamericanos se consagran a la Virgen de Guadalupe.

El Domingo de Resurrección se realizó la Consagración de América Latina y El Caribe a Nuestra Señora de Guadalupe, Emperatriz de América, para pedirle la salud del mundo y el fin de la pande- mia del COVID-19...

“Invitamos a todos los pueblos de América Latina y el Caribe a unirse a esta Consagración a la Virgen, poniéndonos bajo su mirada amorosa en estos momentos difíciles”, es la invitación del Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Monseñor Miguel Cabrejos Vidar- te, OFM, Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), junto con los Obispos de México, para consagrar a todos los pueblos de América Latina y El Caribe a Nuestra Señora de Guadalupe, Emperatriz de América, y pedirle por la salud del mundo y el fin de la pande- mia del COVID-19.

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe

Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del verda- dero Dios por quien se vive. En estos momentos, como Juan Diego, sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enferme- dad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagra- mos a ti.

Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables: los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes, los que no tienen hogar, los pri- vados de su libertad. Acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.

Que nuestro temor se transforme en alegría; que en me- dio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad; que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.

Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de Amé- rica Latina y del Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos”, sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quie- nes los lloran; sé caricia maternal que conforta a los enfermos; sé compañía de los profe- sionales de la salud que los cuidan; y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.

De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

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