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Nenúfares en el río amazonas

Imagen de Free-Photos en Pixabay 

El Sínodo sobre la Amazonía nos introduce en esta primera frase “Escuchar la voz de la Amazonía, movida por el soplo mayor del Espíritu Santo en el grito de la tierra herida y sus habitantes (No. 2)...

 “Escuchar La Voz de La Querida Amazonia”(Sínodo) “para Contemplar La Eterna Selva”

(40 Días en el Vaupés, pág. 14)

El Sínodo sobre la Amazonía nos introduce en esta primera frase “Escuchar la voz de la Amazonía, movida por el soplo mayor del Espíritu Santo en el grito de la tierra herida y sus habitantes (No. 2)

Nuestro Venerable Fundador también nos ilumina éstas ideas en su libro “Cuarenta días en el Vaupés, “Con esos latidos de la naturaleza selvática y del indio melancólico, junté los de mi enfermo y agitado corazón y volviendo hacia arriba mis ojos miré al Padre del Cielo y le pedí que con los latidos del corazón de la selva y del alma acongojada del pobre indígena, con sus gemidos de tristeza, aceptara mi corazón de misionero con sus ansias de rendición para los paganos, unidos al Corazón del Redentor, que late sin cesar de amor a los hombres; y que por esas elevaciones divinas, nos hiciera santos a mí y a los míos y nos regalara muchas almas para llevárselas al cielo” ( Pag.14).

Contemplemos con ojos amazónicos: Será que decir “Querida Amazonía” significa ante todo: ESCUCHAR – VER – SENTIR – ACTUAR como lo hiciera nuestro querido Fundador el Obispo Misionero de Colombia?


Escuchar

El Sínodo nos invita a escuchar también la voz del pueblo, de la Iglesia en la Amazonía, escuchar la conciencia aguda sobre la dramática situación de destrucción que afecta a la querida Amazonía tanto ayer como hoy; escuchar la vida inserta en este territorio, escuchar el espacio vital y nutricio, escuchar la posibilidad y el sustento, pero también escuchar el límite de la vida que se destruye tanto de la selva como de los que la habitan, escuchar el clamor de la tierra  y el grito de los pobres, escuchar la Amazonia hermosura herida y deformada, lugar de dolor y violencia. No. 10.

Y es que Miguel Ángel Builes también escuchó en su corazón los latidos de la naturaleza selvática y del indio melancólico, de su alma acongojada y sus ansias de redención… escuchó los ruidos estrepitantes de las cachiveras de los caudalosos ríos,  escuchó las voces quebradas de los indígenas esclavizados, maltratados y zaqueados, las lágrimas y tristeza de los pobres indios porque viven tristes con pocas esperanzas porque no saben que detrás de la manigua oscura, hay un Cielo para ellos” Pág. 23.


Ver

El sínodo de la Querida amazonia vio apropiación y privatización de los bienes de la naturaleza, vio las concesiones madereras ilegales, la caza y la pesca predatorias, la contaminación por la industria extractiva y los basureros y quemas indiscriminadas, enfermedades, narcotráfico, grupos as, alcoholismo, violencia contra la mujer, explotación sexual, tráfico y trata de personas, pérdida de la cultura, de la identidad, lengua, tradiciones, espiritualidad, las migraciones, desplazamiento… No. 11-14.

El Venerable Miguel Ángel Builes, Obispo Misionero metido en la selva vio: comunidades indígenas sin vías de comunicación, precaria alimentación, aterradora carestía, “nuestros pobres indios comen muy poco”, vio, brutales tratos y tiránicas maneras y horrendas explotaciones de los caucheros es decir de blancos, verdaderos verdugos de ésta raza atormentada y esclavizada, vio el abandono de huérfanos, viudas, ancianos, enfermos desolados… pero también vio que el indio de estas tierras es de carácter muy suave aunque de una melancolía contagiosa, son dóciles, francos, sencillos y accesibles, es un campo de acción misionera verdaderamente atractivo y que promete abundantes cosechas de hijos de Dios”… p.22-23.


Sentir

El Sínodo  sintió la necesidad de reconocer que desde hace miles de años las comunidades amazónicas han cuidado su tierra, sus aguas, sus bosques como dones gratuitos de la creación de Dios, reconocer y agradecer que la evangelización también fue un don de la Providencia que llama a la salvación en Cristo, sentir la necesidad de crear comunidades cristianas, crear leyes que protejan la dignidad de los indígenas; en una palabra sentir la necesidad de una conversión integral, con una vida simple, sobria, con una espiritualidad mística vivida con alegría y gozo; sentir la necesidad de unas relaciones con el mundo que nos rodea, para ir al encuentro con Jesucristo para unas relaciones armoniosas con la obra creadora de Dios “la casa común”. Amazonía No. 15-18)

El Obispo Miguel Ángel Builes de Santa Rosa de Osos hace 70 años, sintió palpitar su corazón y sintió los latidos de ansias misioneras, sintió el grito de tierras lejanas de su país, de gentes y rostros desconsolados, desconocidos y  abandonados; un hecho real: “Lo que más me conmovió fue la tribu de los Macúes, ese cuadro me demostró la horrible realidad, no pueden pisar las malocas de los otros indios, para ellos no son gente, son sus esclavos, simples salvajes, son los parias, lo más bajo e inferior, no tienen derecho a comer ni a dormir en malocas, solo a orillas del rio, o adentro de la selva; pero son hijos de Dios y herederos del cielo, me retiré lentamente cabizbajo , ahogando un suspiro y recogiendo una lágrima furtiva. ¡pobres Macúes! p.103-104.


Actuar

El sínodo sobre la Amazonía nos llama a buscar nuevos caminos de conversión pastoral: a navegar por nuestros ríos, nuestros lagos, entre la gente, a una pastoral samaritana, en dialogo, acompañando personas con rostros concretos de indígenas, de campesinos, de afrodecendientes, de migrantes. Todo ello supone una espiritualidad de la escucha y el anuncio”. No. 20.

Y el actuar de nuestro amado misionero Miguel Ángel Builes, es indescriptible, infinito, desbordante al que llamamos celo apostólico.

Sabíamos los hijos e hijas de los Institutos MAB, que cuando se tiene corazón misionero hasta con un pañuelo se cura el dolor de un ser humano, veamos:

Vi un cuadro desolador, bajo un rancho infeliz dos hombres y una mujer, me acerqué y le pregunté, cómo están? Me miraron con ojos infinitamente tristes, no me respondieron. Uno de ellos mordido por una serpiente, la mujer enflaquecida, de unos ojos profundos rebosantes de melancolía, vestida de andrajos, un fogón sin alimentos solo para dar calor al enfermo, ¿por qué esta miseria? ¿por qué este aire de miseria y melancolía? Macúes no tener derecho…me acerqué, retiré la venda que cubría la horrible mordedura y le apliqué untura de Nixodern y sin palabras, con mis ojos compasivos ungí con bálsamo de consuelo el corazón de esas tres almas y el enfermo me miró dulcemente y en una amarga sonrisa en su idioma macú dijo: ¡Gracias Padre, gracias!.

Pero además el otro caso igualmente le apliqué el Nixodern de mi maletín y como no había ni una gaza, resolví ponerle uno de mis pañuelos con el que quedó muy contento” pág.88 y 104. 

( Búscalo y léelo te llenarás de amor por la Querida Amazonía. ¿Qué más sabemos de este legado misionero?

 

Hna. Socorro Arboleda R.

Hija de la Misericordia.

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